La señora de las flores siempre sonreía en el mercado, la pequeña niña se acercaba para las flores contemplar, y disfrutar brevemente el olor que éstas podían emanar. Era su costumbre pasar por allí luego de buscar el pan, y la señora algunas veces solía con ella compartir.
Un día le contó una historia, que le prometió un día narrar, trataba de una flor muy especial, que llegó de muy lejos y era como ver la quietud del mar, olía a canela y otras veces a colonia de bebé, era una flor bonita, como un lirio o un clavel, la niña de inmediato le dijo: ¿La puedo ver?, la señora le dijo lo dudo mucho, eso está complejo, es que en mi tienda no tengo para que te veas en un pequeño espejo.
Por: Lili (L.A.L)
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