Aprendí a sonreír bajo la lluvia, aunque a otros pareciera una locura. Aprendí a escuchar el trueno, ya no me ocasionaba miedo. Aprendí de los vientos fuertes, ahora nadie me detiene. Aprendí de mi tormenta, mi espíritu no se rompe, ni huye, no hay huracán que lo destruye.
Por: Lili. (L.A.L.)
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