martes, 9 de octubre de 2018

El sapo del jardín


  El sapo se paseaba por el jardín
y a cada insecto sabía qué decir,
la retórica de su discurso solía enamorar,
a abejas, moscas, mariposas y libélulas que por allí solían pasar.

- Abejita, admirable, eres trabajadora haciendo tu miel,
me gustaría conocerte e invitarte un café.  
Le dijo el sapo a la abeja y ésta tontamente creyó en él,
y al acercarse la abejita se la comió como a un pastel.

  Luego pasó la mosca, y él llamó su atención
- ¡Qué mosca tan agradable! ven y escucha mi canción,
me siento solo, vamos a salir,
¿podrías acercarte aquí?.
  La mosca inteligente le dijo que no
pues conocía del sapo su alimentación,
pero él astutamente dio una explicación,
que la cruel rana lo abandonó
y la soledad le invadía su roto corazón.

   La mosca al conmoverse se acercó,
y secándole una lágrima al sapo,
éste se la comió.


   Luego pasó una mariposa luciendo sus bellas alas,
y el sapo coqueteando empezó a enamorarla.

   Ella era astuta y del sapo desconfió,
pero el sabiamente poco a poco la enamoró,
para que ella se enamorara le hizo una promesa de amor,
de no comerla, ni de romper su corazón.

   La mariposa orgullosa de tan extraño admirador,
hizo planes y con él soñó,
se imaginaba una vida de esplendor,
con el sapo a su lado, viajando al exterior.

  

   A su vez el sapo conquistaba a una libélula del mismo lugar,
tan enamorada ya estaba que no dejaba de suspirar,
pero la libélula notó que algo no estaba bien,
si el sapo hablaba mal de la mariposa, ¡de ella lo haría también!.

    Al escuchar cuán enamorada estaba la mariposa 
y que por el sapo se ponía tan celosa,
la libélula se alejó viéndola tan venenosa,
ya no era una mariposa amorosa.
- ¡Es mío!, ¡Es mi gran amor!
Decía la mariposita, ¡Loca se volvió!.

- ¡No hay problema!.  Dijo la libélula, ¡Es todo tuyo!.
y volando muy alto le deseó buenos augurios.

   La mariposa feliz preparaba su traje de boda,
mientras que el sapo la soñaba en una torta.

  En plena ceremonia cuando la mariposa para el beso sus ojos cerró, el sapo con gran gusto se la devoró.

  La libélula a lo lejos le dijo adiós,
y el sapo a los días, con la mariposa se indigestó.

  El sapo estuvo condenado a una amarga soledad,
él no sabía nada de lealtad,
pero era su naturaleza a todos engañar
y andar por el jardín comiendo sin parar.

Escrito por: Lili (L.A.L)

0 comentarios:

Publicar un comentario