Había una vez un planeta muy singular,
en el que todos podían estar,
los adultos no dejaban de soñar,
y cada día podían reír
porque como niños podían vivir,
y es que no se escuchaba el grito del dolor,
porque existía respeto por todo alrededor,
y cuando alguien se portaba mal o cometía un error,
todos juntos pintaban su corazón.
No había espacio para el irrespeto,
animales, plantas y personas, a la vida tenían derecho.
Por: Lili (L.A.L)
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