Coloreó su rostro como de costumbre,
vistió coloridamente y se puso sus enormes zapatos,
él iba al hospital de niños todos los miércoles,
y fines de semana,
inflaba globos,
repartía sonrisas,
pintaba caritas,
y por un instante
muchos padres pudieron ver
a sus pequeños volver a reír.
De pronto la mirada del payaso se posó
en una cama que estaba vacía, una lágrima se le escapó,
aún estaba observando aquella cama,
cuando un niño tomó su mano y le dijo:
- ¿Me regalas un globo?
Él con su enorme sonrisa asiente con su cabeza,
infla el globito y con éste hace un sombrero.
Se despidió de los niños, fingiendo que se caía al salir,
y ellos rieron mucho nuevamente.
Una vez en el estacionamiento, entró en su auto,
se quitó la peluca, la nariz roja,
se limpió el maquillaje y luego...
...mirando la foto de su pequeña hija
que colgaba del retrovisor, exclamó:
- Un día más, ¡Misión cumplida, mi princesita!.
Por: Lili (L.A.L)
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