Me hablé a mí misma,
mirando mi reflejo,
y atrás quedó aquel momento
en el que se derrumbó lo que a tu lado construí,
y sentí que podía aún vivir,
con mi frente en alto mi camino seguir.
Me hablé a mí misma
y aún quedaba aquella niña asustada,
la que escondió sus palabras
y no volvió a cantar en la mañana.
Aún aguardaba un abrazo de refugio,
para olvidar el temor,
pero se refugió en Dios,
amor puro y verdadero,
que te arropa y da consuelo,
sin esperar nada a cambio,
pues en Él no hay engaño,
no habrá nunca nada que temer,
pues su amor es siempre fiel,
noble y puro,
en Él me sentí en lugar seguro...
y me dije a mí misma que podría confiar,
en sus promesas descansar y marchar
aunque a veces no hayan fuerzas,
pues Él me dará la fortaleza
y tener la firmeza,
de a puerto seguro llegar.
Por: Lili.
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