martes, 25 de diciembre de 2018

Pesebre venezolano

  

   Los niños contentos buscaron las cajas donde su madre guardaba las figuras del nacimiento, estaban emocionados de armar el pesebre, la niña le dijo a su mamá: 

  - Mami, ¿podemos armar nosotros solitos el pesebre?.
  - ¡Claro que si!, pero sin pelear o discutir, haré un poco de pasta.

   Era el primer diciembre sin regalos, sin hallacas, pero la familia haría lo mejor posible para que los niños tuvieran un tiempo bonito.

   Empezaron a armar el nacimiento, pero faltaban algunas figuras, la mula, una ovejita rota y el niño Jesús no estaban allí.  Buscaron por todos lados, pero no hallaron en ninguna de las cajas las figuras perdidas, así que como ya era tan tarde, decidieron buscarlas al día siguiente.

   Con las luces apagadas, cual fantasía infantil, cada figurita despertó y comenzaron a charlar:

Pastor de ovejas mayor:  ¿En dónde estamos?.
Pastor de ovejas joven: En Venezuela, esta vez los niños colocaron nuestras ovejas más cerca.

   El pastor las contó una a una, y sólo una le faltó, la ovejita rota, se había roto hace muchos diciembres atrás, cuando alguien la dejó caer, sin embargo, era una ovejita muy amada por los pastores, los cuales empezaron a buscarla por todo el lugar, al llegar a donde estaba María, la vieron angustiada, no estaba el niño y por supuesto ella sabía que todos los 25 ya colocaban a Jesús en su cunita improvisada, pero faltaba la mula, eso le pareció muy extraño, además la iban a necesitar para retornar a Belén, José tiernamente la calmó y prometió buscar la mula e ir con los pastores a buscar la ovejita perdida.

   La ovejita rota estaba perdida, pero el niño Jesús estaba a su lado, por su parte la mula estaba muy disgustada, no quería este año participar del pesebre venezolano, los demás animalitos se reían poniéndole el apodo del gobernante de aquel lugar.

  Mula:  ¡Ni en los tiempos de Herodes tuve que escuchar tales insultos!, yo no me parezco en nada a ese personaje, bastante que trabajo y estoy más cerca del niño Jesús, mientras que él hace mucho tiempo, su corazón alejó de Dios, me rehúso a participar este año.

   Aún estaba hablando cuando la ovejita le dijo:

Oveja:  ¡Calma!, es verdad, no te quito la razón, pero de mí también se han burlado las otras ovejas, por estar rota y ser la fea del rebaño, pero no por ello dejaré de estar donde me corresponde estar, Jesús nacerá una vez más en muchos corazones, y yo estaré para presenciar eso, no debes perder la esperanza, cada vez que alguien nos observa, algún niño se remonta a nuestra época, cada vez que un adulto nos mira, suspira al recordar su niñez, hemos presenciado el perdón en aquél que se negaba a olvidar el agravio, vimos también a los niños de esta familia crecer, eso sin contar las muchas veces en las que muchos han meditado cuán lejos han estado de Dios y cuánto han necesitado rectificar.

Mula:  Sabias palabras las que me has dicho, pero desde el año pasado he notado cosas que ya no me gustan, mucho llanto, todos los familiares ya no están para el 24 ni el 31, se han ido de este país, incluso escuché a la dueña que no nos llevarían si se van el próximo año, que somos mucha maleta, ¿con quién nos irán a dejar?, después de tantos años ¿a dónde iremos a parar?.

Oveja:  No lo sé, sólo sé que estaremos todos juntos, y tú no puedes faltar.

Niño Jesús:  Hay cosas que ustedes no pueden entender, que hay cosas que sólo se forjan en las pruebas, que sólo se aprecia y se valora cuando no está lo que antes tenías, que la humildad nace cuando aprendes a ver con otros ojos las cosas, cuando aprendes a aceptar que no se es dueño de nada.  Yo les llevaré a otro hogar el próximo año, por ahora, estemos juntos, los demás deben estar muy preocupados.

   Así, la mulita llevó encima al niño Jesús, y la ovejita seguía su paso con dificultad por estar rota, hasta que consiguieron en el camino a José y a los pastores, cada uno se puso en su puesto, y el niño Jesús se escondió para aparecer el 25.

Por:  Lili (L.A.L)




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